sábado, 4 de agosto de 2012

La Vocación: llamada y creación del Ser. La Presencia.

Jan Lauschmann. Escuela de foto checa.

Vocación: Llamada, Ser y Presencia.




(Junto al tópico de la "pérdida de valores", se alza el de la "falta de vocaciones", sean religiosas, artísticas o científicas. Pero sabemos poco de lo que significa, en nuestra lengua, eso de la "vocación". Lo que a continuación se incluye -como contribución a ese escaso saber- es un capítulo de mi obra Conciencia y libertad. [1])
De la misma manera que se creyó en arcaicas edades, sucede con la visión  inicial de Vernon Howard, para el que la palabra positiva llama o produce efectos positivos, mientras que la palabra negativa llama o atrae sucesos negativos.
Hablar, tomar la palabra o denominar es, inicialmente, llamar; pero para el hombre primitivo, llamar es convocar, denominar es apropiar y nombrar es dominar, en una palabra, crear nuevas realidades o situaciones; así ocurre, en el Génesis hebreo, en el que no sólo la creación va precedida del “decir”, sino que también aparece la cesión divina del poder a Adán como vocación o nombramiento de todos los animales, incluida la mujer Eva.[2]
Los estudios que Lorite Mena ha realizado a partir de la fenomenología existencial de Heidegger, la teoría simbólica de Cassirer y de la lingüística comparativa de Benveniste, nos proporcionan estimulantes hipótesis sobre la esencia mágica del lenguaje.

San Jerónimo. El abandono del mundo por vocación religiosa

Antes del lenguaje está el gesto y, dentro del gesto, el mismo grito que se sitúa todavía en las afueras de la lengua; al grito suele acompañar el indicar, el señalar, el reto, el golpe, la sumisión o la huida. Lorite Mena afirma que
 “la acción propia del decir consiste en una retención mental del mensaje que transitaba a través del gesto –grito- operacional.” [3]  
¿Qué está implicado en ese transformar –utilitariamente- la realidad que efectúa el decir?
Es, sin duda, el tiempo el que aparece en juego merced al lenguaje, el tiempo que se define como detención rítmica, como corte en la vida de la comunicación gestual; el decir paraliza la vida, como se re-paralizará de nuevo en la escritura, en el diccionario, en la Real Academia de la Lengua…Se trata, decíamos, de una operación de acumulación, de posesión y de seguridad pero, también, de complejidad de la vida, de mejora, de dotación de altas posibilidades para la supervivencia: en suma, la lengua es un instrumento complejo para hacer herramientas complejas. Lorite cita a Bunak:

“el utensilio chelense, retocado, que necesita de veinte a treinta golpes, no se explica sin la palabra polisemática; los útiles increíblemente detallistas y especializantes del Paleolítico superior requieren, con sus diez a doce operaciones y doscientos a doscientos cincuenta actos, el `pensamiento sintágmico o lenguaje verdadero´.”[4]

El decir no sustituye a la cosa, subraya Lorite, sino que es la “misma presencia” de la cosa, de ahí el latino “comprendere”, agarrar, aferrar, detener la presencia misma de la cosa o, ciñéndonos al vocabulario de la misma magia, “hacer aparecer” la cosa ausente…o, también, hacerla desaparecer…Y es que, decir, es reproducir el mensaje en ausencia del estímulo directo, (o lo que es lo mismo)

“(Decir es) llamar (la cosa) a la presencia –hacer una presencia- en un espacio vocal.”[5]

De manera que decir es algo más que mencionar la cosa y, mucho más que definirla, es traerla a colación, presentarla, mediante su evocación: “el decir-la-cosa- es la cosa” misma.
El lenguaje pues, nos sitúa en el tiempo, exactamente en lo que es el tiempo: corte de la vivencia indiferenciada que suponía la comunicación gestual, no lingüística. El tiempo procede de esa inconsciente operación que secciona la vida en tramos, días, horas, minutos, segundos y grados…en porciones supuestamente exactas de vida más que repetida y, más que sustituida, congelada. En las iniciáticas “Categorías” de Aristóteles encontramos nítidamente esa función seccionadora de la Lengua:


Maestro y discípulo. La vocación de enseñar y la de aprender






“las palabras, cuando se toman aisladamente, expresan una de las cosas siguientes: sustancia, cuantidad, cualidad…”[6]







Este es uno de los efectos más claros de la función segmentadora, retenedora, temporalizadora del lenguaje, la aparición de “categorías”, esencias de las cosas aisladas de las mismas cosas; es cierto que son partes del lenguaje, del sintagma, pero separadas del lenguaje y del mismo sintagma. Las articulaciones conforman el lenguaje, pero las formas de esa articulación son juicios de esencia de la realidad, captura de lo real en categorías, sentencias definitivas sobre las cosas.[7] El caso más palmario de ese seccionamiento es la categoría primera, la inicial, la de sustancia:

“La sustancia, en su acepción más exacta, la sustancia primera, la sustancia por excelencia, es aquella que ni se dice de un sujeto, ni se encuentra en un sujeto…”[8]

¿Y a qué llamamos –llamaban los griegos- “Substancia”? La substancia es el “Hipokeimenon” aristotélico, “lo que, estando soterrado, permanece como fundamento del ser” frente a la pasajera apariencia superficial: el lenguaje descubridor de sustancias, de categorías, convoca las presencias más inusitadas, invisibles sí, pero más constantes, incluso eternas. Frente a la Aparición que “desvela” la lengua –aletheia”- las apariencias engañan…[9]
Y sólo en el tiempo –como acto seccionador de la vivencia- es posible la vocación: la llamada al semejante, que se funda en el recuerdo de la vivencia pasada con el mismo semejante, la llamada al diferente, el poderoso, el muerto, el Dios, el Animal; pero también está la mágica llamada a mí mismo, la vocación de la conciencia, de la culpa, de la auto-condena, del auto-control o de la apología.
Toda vocación contiene siempre un algo “siniestro”; junto a lo familiar hallamos lo misterioso, amenazador y oculto a la conciencia del mismo que llama o habla; en efecto, en toda vocación, llamada o decir, se esconde siempre la ausencia de aquel o aquello a quien se requiere o llama que, en el mismo segundo, se hace presente al llamado.
Vincent Van Gogh: la vocación esquizofrénica.

De la misma manera que comenzamos nuestra conciencia con el recurso de identificarnos o denominarnos/crearnos y creernos papá o mamá, de manera que nos sentimos conciencia con el mismo eco no sólo de nuestra llamada a los padres, sino también de las llamadas de nuestros padres a nuestra inconsciencia, de esa misma manera, nos llamamos constantemente a nosotros mismos como si fuésemos un otro, un doble y, de ahí, que podamos -y en cierto modo abusemos de esa posibilidad- hablar y llamarnos y demandarnos a nosotros mismos en soledad…[10] Pero en ese “hablar solo” que es la misma conciencia –aunque inicialmente estemos hablando con la ausente/presencia de papá/conciencia- estamos ya hablando a los demás ausentes/presentes. Hablamos a los demás como les hablábamos en ausencia, al hablarnos a nosotros mismos aunque estuviésemos ausentes y sólo el padre/conciencia estuviese presente…No se trata de ningún trabalenguas…más bien se trata de ausencia-lenguas o conciencia-lenguas…La magia del lenguaje es irrefutable.
Esa mágica vocación debió de sorprender al ser humano a partir del descubrimiento de la domesticación; el animal domado pasaba a tener un nombre y su vocación producía el efecto de su presencia. Por supuesto antes/después/ o sincrónicamente, se lograba la aparición de un grupo en el que el jefe ponía nombre, denominaba o dominaba a sus miembros…y estos se hacían presentes cuando se les llamaba. Que el castellano incluya en el verbo ordenar la noción de regularidad y sistema junto a la de vocación y mando jerárquico es un hecho muy locuaz: el mundo se crea –ordena- con una palabra de mando.
Es muy significativo que, todavía en el ejército, ante la vocación jerárquica, esto es a la orden o nombramiento de un miembro del pelotón, escuadrón o regimiento, la respuesta sea esa misma: “¡presente!”
El fascismo –tan repleto de magias más o menos teatrales o inconscientes- expresaba en la presencia el efecto por excelencia de una palabra mágica fundamental, la disciplina. En su vocación, las esencias de la Raza, las potencias del Espíritu Nacional y el carisma del Conductor, se actualizaban en las presencias firmes, inmutables y dispuestas a la muerte de sus soldados, prestos siempre a convertir tan gran presencia en magia sacrificial final, en ausencia mortal.
El Mago. Carta del Tarot.




Ahora bien, esa llamada que define a la magia, vocación que produce efectos personales, sociales y ontológicos, esa llamada lo es para que se produzca una presencia, y no hay otro lugar temporal que en el mismo Presente…
¿Qué ocurre si esa vocación se realiza para que en el Presente se haga presencia el pasado? Nos responde Jacques Derrida:


“(Hasta) La no-presencia ha sido pensada siempre bajo la forma de la presencia (bastaría decir: simplemente en la forma) o como modalización de la presencia. El pasado y el futuro han sido determinados siempre como presentes pasados o como presentes futuros.[11]


En la vocación que realiza la Lengua se hace posible la conciencia, la comunidad, la personalidad misma de cada uno; y para Howard, de la misma manera que para Nicoll [12] , precisamos inicialmente de esa toma de conciencia, de la construcción de la “personalidad”, construcción que se realiza merced a una de esas múltiples “corrientes” de las que ignotamente se compone nuestra mente, nuestra vida; pero será esa misma y única y muy parcial –y parcializadora- corriente la que, excediéndose de su función –constructora, securizadora, socializadora- se convertirá pronto, históricamente, en el Yo Falso. El ser humano se identifica así sólo con una parte –utilitaria- de su mente, y se reduce de esa manera a ser tiempo, básicamente pasado, pero también futuro, y tiempo de control, de sección y disección de la vida que pasa.
El Yo que habla, el Solemne Impostor, sustituye al Yo Auténtico, el Yo del Presente, por un yo que es Pasado y Futuro, en suma palabras pasadas y futuras.
Estas son algunas magias positivas y negativas del Decir: Ben-diciones y Mal-diciones.

.[1] Se trata del epígrafe D.2.B, incluido en el capítulo VII. -Palabra, Pensamiento y Realidad: poder, magia o inutilidad de la palabra-, de mi libro Conciencia y felicidad. Introducción al pragmisticismo de Vernon Howard. Amazon. Agosto de 2012.


[2] “Génesis”, 1 y 2. “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz (…) Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. (…) Y luego dijo Dios: haya expansión en medio de las aguas…Y llamó Dios a la expansión Cielos…Dijo también Dios: Júntense las aguas…Y llamó Dios a lo seco Tierra…Después dijo Dios: Produzca la tierra….Dijo luego Dios: Haya lumbreras…(…)Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes…Y Dios los bendijo, diciendo…Y luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes…Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre…Y los bendijo Dios, y les dijo…Y dijo Dios: He aquí que os he dado…Y bendijo dios al día séptimo, y lo santificó…Y dijo Jehová Dios: no es bueno que el hombre esté solo…y formó de la tierra toda bestia del campo…y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. (…) Dijo entonces Adán: esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.”
[3] José Lorite Mena, El animal paradójico. Fundamentos de antropología filosófica. I. sub-epígrafe c. “Fabricación de utensilios.” Pág. 203 y ss. Alianza Universidad nº 329.  Madrid 1983.
[4] Victor Valerianovich Bunak, nacido en Moscú en 1891; antropólogo soviético condecorado con la medalla dela Orden de Lenin; L´Origine du  langage, en Le processus del´hominisation; citado por Lorite Mena pág.196. op.cit.sup.
[5] J.Lorite Mena, id.cit.sup.
[6] Aristóteles, Tratados de Lógica (El Organon). Traducción por Patricio de Azcárate para la Editorial Porrúa, dirigida por Francisco Larroyo. Mexico 1979. Categorías, II.4.1. Pág. 24.
[7] Uno de los significados más sintomáticos del verbo “kategorein” es el de juzgar o sentenciar.
[8] Aristóteles, Categorías, II.4.5.1. Pág.24 final.
[9] En el griego homérico se metaforizaba a la muerte con la expresión "la que oculta"; de manera que puede entenderse perfectamente que tanto la llamada -la vocación-, como la palabra común y la verdad -esto es la revelación- están en permanente combate con la muerte, con la ocultación. En realidad es más bien anterior el proceso: la "vocación" nos hace presentes, esto es relevantes, nos trae a la vida de la conciencia, del pensamiento y la cultura. De ahí la "verdad" que alienta en el significado religioso, o simplemente psicológico, de vocación: mientras que el ser humano permanece sin "ser llamado", sin vocación propia, se mantiene como simple individuo, pues no tiene una relación profunda su sentido de la existencia, sólo el de la conciencia de estar vivo y su correlato de baja intensidad, la mera supervivencia. El animal no humano -a-fásico o in-fantil- está oculto, ausente o in-consciente. Naturalmente, no ignoramos aquí que los sentimientos admisibles a algunos animales no humanos, en la relación social de su grupo o en la relación de domesticidad, expulsan positivamente al mismo -en parte- fuera de esa "ausencia".
[10] La intuición del "Doble", inicialmente aparecida en la imaginación del discurso mítico y posteriormente en el esoterismo para, finalmente, terminar en la literatura, se aclara así en la ontogenia misma de la personalidad humana. Un libro muy abarcador, desde la perspectiva psicológica,  es el de Philip Malrieu, La construction de l´imaginaire Vid. VI, "Las ficciones del niño". - Bruselas 67/ Madrid 71-. El tema tiene tanta raigambre como el Cratilo de Platón -en el que se plantea la fragilidad de la unidad de ser individual-, o el de los "sosias" y hermanos gemelos, tratados por Plauto; pero adquirirá toda su fuerza en el romanticismo alemán -Hoffman, Los elixires del diablo  de 1815- el simbolismo francés -Maldoror, Le chants de Maldoror, de 1868) y el realismo ruso -Gogol con su "Capote" de 1842, y Dostoyesvky con su obra Dvoinik/Doble de 1846, acusada de plagio del anterior, pero luego desarrollada en tantos personajes del mismo Fiodor, como Iván Karamazov, principalmente-; el psicoanálisis de Otto Rank lo analizará con gran incisividad en una obrita que se desarrolla desde el 1914 al 1925, Der Doppengänger, traducida por Orión, B.A. en 1976; Clement Rosset ha vuelto a reincidir con Le réél et son double : essai sur l'illusion, de 1967, obra de la que señalaríamos su III.1 "Yo es otro". Traducción de Tusquets, 1983. En todo caso, en Conciencia y Felicidad hemos dedicado todo un capítulo a la "Mente dividida"  -"La esquizoide normalidad y el fracaso esquizofrénico"-, recorriendo el ya clásico camino que va desde Freud y Groddeck, pasando por Winnicot, hasta llegar a Laing y Cooper. Vid. III.C. 1 y 2.
[11] Jacques Derrida, L´endurance de la pensée. Plon, Paris 1968. Posteriormente publicado en Márgenes de la filosofía. En traducción castellana de Patricio Marchant Tiempo y Presencia, en Ed.Universitaria, Santiago de Chile 1971. Pág.4.
[12] Nicoll, Maurice. - Psychological Comentaries on the Teachings of Gurdjieff and Ouspensky (1941/1943), Traducción de Gabriela de Civiny, edición digital, Edición privada (1948); Boston, Shambhala 1996.





4 comentarios:

  1. I would love to read your book _Conciencia y felicidad. Introducción al pragmisticismo de Vernon Howard_, but I only see a Kindle edition. Is there a print or pdf edition available? All best, Nicola

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    1. Gracias Nicola por interesarte por mi libro. Es la única obra sobre Vernon Howard, su evolución y sus propuestas. Pero, efectivamente, no tengo editor en papel. He tenido promesas de la Editorial Kairós, que para mí era la más adecuada, pero a día de hoy no está editado. Un saludo de Ernesto.

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  2. I hope they do publish it! And that an English translation follows. I was able to get a version for the ipad and while my Spanish is abysmal I can appreciate that this is a major work of synthesis. I especially appreciate the comparison with Cioran. Are you familiar with VH's audio lectures? There are some samples here: http://nuncstans.tumblr.com/ Best, Nicola

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  3. De nuevo muchas gracias por tu interés y precisión: mi obra sobre Vernon Howard es, efectivamente, un esfuerzo grande de síntesis: me costó cinco años de traducción, análisis y sistematización. Es la primera vez que mencionan positivamente la comparación con Cioran, pensador introducido en España por Fernando Savater, al que leí frenéticamente en mi segunda juventud: lo tomé como banco de pruebas de la noción de "false self", mientras que con Albert Camus apliqué más la idea del pensamiento como "wrong way". En la comparación con el español y místico Molina no encontré grandes disparidades con Howard: su elogio de la "nada" y la necesidad de "olvidarse de todo, incluso de Dios" como camino de liberación, habría encandilado al sabio de Boulder City. Un saludo afectuoso de Ernesto.
    P.D. Muchas gracias por el link, no conocía las VH´s audio lectures. Las imágenes de ilustración son,todas, perfectas. En mi estilo. De nuevo gracias.

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